· Es
insensato pensar que el fin de los conflictos sea el exterminio de la
contraparte.
· La victoria
final por las armas –cuando existen alternativas no violentas– no es otra cosa
que la derrota del espíritu humano.
· El primer
paso fue dejar de ver a los guerrilleros como enemigos, para considerarlos
simplemente como adversarios.
· Humanizar
la guerra no es solo limitar su crueldad, sino también reconocer en el
contrincante a un semejante, a un ser humano.
· El
verdadero premio: ¡la paz de mi país!
· La paz no
es de un presidente ni de un gobierno, sino de todo el pueblo colombiano, pues
la tenemos que construir entre todos.
· (Este
premio) lo recibo –sobre todo– en nombre de las víctimas; de más de 8 millones
de víctimas y desplazados cuyas vidas han sido devastadas por el conflicto
armado, y más de 220 mil mujeres, hombres y niños que, para nuestra vergüenza,
han sido asesinados en esta guerra.
· Este premio
pertenece también a los hombres y mujeres que, con enorme paciencia y
fortaleza, negociaron en La Habana durante todos estos años.
· Yo quiero
exaltar la voluntad (de los negociadores de las FARC) de abrazar, de alcanzar
la paz, porque sin ella el proceso hubiera fracasado.
· Dedico este
premio a los héroes de las Fuerzas Armadas de Colombia.
· Comparto
este premio con la comunidad internacional que, con generoso y unánime
entusiasmo, respaldó el proceso de paz desde sus inicios.
· El acuerdo
de paz en Colombia es un rayo de esperanza en un mundo afectado por muchos
conflictos y demasiada intolerancia.
· Lo que en
un principio parece imposible –si se persevera– se puede volver posible,
incluso en Siria o en Yemen o en Sudán del Sur.
· El apoyo
regional es indispensable para la solución política de cualquier guerra
asimétrica.
· No me cabe
duda de que este modelo (de justicia transicional) será uno de los grandes
legados del proceso de paz de Colombia.
· Hay una
guerra menos en el mundo, ¡y es la de Colombia!
· La Guerra
contra las Drogas no se ha ganado, ni se está ganando. (…) Es hora de cambiar
nuestra estrategia.
· No tiene
sentido encarcelar a un campesino que siembra marihuana, cuando –por ejemplo–
hoy es legal producirla y consumirla en 8 estados de los Estados Unidos.
· La forma
como se está adelantando la guerra contra las drogas es igual o incluso más
dañina que todas las guerras juntas que hoy se libran en el mundo.
· Somos el
resultado de nuestros pensamientos; pensamientos que crean nuestras palabras;
palabras que crean nuestras acciones.
· Tenemos que
cambiar desde adentro. Tenemos que cambiar la cultura de la violencia por una
cultura de paz y convivencia; tenemos que cambiar la cultura de la exclusión
por una cultura de inclusión y tolerancia.
· El proceso
de paz de Colombia que se premia hoy en Oslo es la síntesis y el resultado de
muchos esfuerzos positivos que se han realizado a través de la historia y
alrededor del mundo.
· En un mundo
en que los ciudadanos toman las decisiones más cruciales –para ellos y para sus
naciones– empujados por el miedo y la desesperación, tenemos que hacer posible
la certeza de la esperanza.
· En un mundo
en que las guerras y los conflictos se alimentan por el odio y los prejuicios,
tenemos que encontrar el camino del perdón y la reconciliación.
· En un mundo
en que se cierran las fronteras a los inmigrantes, se ataca a las minorías y se
excluye a los diferentes, tenemos que ser capaces de convivir con la diversidad
y apreciar la forma en que enriquece nuestras sociedades.
· Despertemos
la capacidad creadora para el bien, para la construcción de la paz, que reside
en cada alma.
· Al final,
somos un solo pueblo y una sola raza, de todos los colores, de todas las
creencias, de todas las preferencias.
· Nuestro
pueblo se llama el mundo. Y nuestra raza se llama humanidad.
· El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo
de Colombia. ¡Que su luz ilumine al mundo entero. Hay más.
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